viernes, 13 de enero de 2012

Duellum

Estaba obligada a aceptar el desafío, o quedar deshonrada. Quedamos en Avenida Rivadavia 3899 (esquina Medrano) en Las Violetas. Su voz insegura delató la estrategia. Sabía que iría con él. Espié desde lejos, solo, para verla desarmada.  
Con un puñado de letras afiladas, atravesé más tarde la víscera cardíaca del hombre que compartimos, y me marché.
Ocho años después, confirmo que he vencido. Aunque continúa viviendo con ella, sigue siendo mío.
 
 
 

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