Dejó profundas huellas en mi camino. No pude hacer otra cosa que quitarme los zapatos y colocar mis pies sobre el rastro de las pisadas que nunca desaparecieron. Con los años, se transformaron en estigmas tallados sobre mi cuerpo en éxtasis, de forma sobrenatural. Y así anduve la vida... a medias, siempre a medias. Tenía que encontrarlo. Hasta que por fin un día -luego de treinta y dos años, con tan solo un click en esta red de locos y poetas- leí la trama de una vida paralela, que buscaba un poncho marrón y blanco.
Ahora toca volar para besarlo. Tan solo espero que no sea un sapo.
Ahora toca volar para besarlo. Tan solo espero que no sea un sapo.
Y creo que no fue un sapo, mas bien lo veo como al príncipe de la princesa Danik. Beso linda y te sigo por las huellas que vas dejando.
ResponderEliminarHabrá que besarlo para saber... pero a veces es mejor no hacerlo y conformarse con la mera imaginación de lo que podría ser... esa seguro no defrauda.
ResponderEliminarNi siquiera el Príncipe Azul podría competir con una idealización.
ResponderEliminarOjalá ella encuentre el modo de acercarse sin el pasado a cuestas, nueva.
Un beso y suerte en el concurso, Danik
Gracias Marilen, me honras con tu "seguimiento".
ResponderEliminarCaramelos: Habrá que besarlo, quien no arriesga no gana, dicen...
ResponderEliminarPatri: Tú sí que sabes. Besazo y muchas gracias.
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