jueves, 24 de febrero de 2011

Delicatessen

—¡Sabes que detesto la comida recalentada! —Gruñó el ingrato— lanzando el plato contra la caseta de nuestros magníficos rottweilers.
Comencé por afilar el cuchillo y acabé la noche cortando filetes. Batí huevos, piqué ajo, perejil y agregué el resto de ingredientes secretos al pan rallado, tal y cómo —otrora— me lo enseñara la abuela. Rebocé y freí. Tomé un baño, bebí mucho café y salí a vender.
Hice un buen dinerillo con las “Milanesas Wonderful”. Se corrió la voz. ¡Hasta Arguiñano llamó para pedir la receta!



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