"Adornan el panorama de la primavera, pero luego desparecen" me susurraste desde la otra punta de un idílico espejismo de miércoles.
Había decidido dejar las cosas así, como quedaron, vacías e inconclusas. Sin desovillar el desencanto.
DE-SEN-CAN-TO… una palabra que cobra vida cuando los hombres como vos, Edípicos y Don Juanescos, pervierten el vocabulario.
Algo ha cambiado. Y es ahora cuando se me antoja retorcerte los nervios. Desde la nube de mi purgatorio y para decir adiós, te envío pollillas negras. Mis sueños no se rompen y no se corrompen -aunque haya abortado a tu hijo-.
¿Sabes dónde mueren las mariposas?
En el parabrisas de tu auto…
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