miércoles, 23 de febrero de 2011

Terror

Confinada a convertir paja en oro por una mentira, la muchacha, haría lo que fuera para escapar de esa horrible prisión. Entregó sus perlas y diamantes, hasta que ya nada le quedó de valor. Entonces el gnomo -que entraba y salía por el cerrojo- prometióle continuar con el hechizo, con una única condición —Me entregaréis a vuestro primer vástago— Y, desesperada, la joven aceptó.

El llanto del neonato le hizo abrir los ojos. — ¡Es un varón! — Anunció la partera a los padres adoptivos, expectantes, detrás del cristal — ¿Que nombre llevará esta saludable criatura?— 

La puérpera, primeriza de trece años, entre lágrimas y éter, balbuceó: 

—Rumpelstiltskin— y se desmayó.



 

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